La Habana Vieja es la ciudad que quedaba protegida por las antiguas murallas y es sin duda una de las ciudades más impresionantes que he visitado. Resulta difícil hacerse una idea de la importancia que tuvo que tener la ciudad en los siglos XVII y XVIII para que se construyeran edificios de tal categoría. Muchos superan a sus equivalentes en Europa en decoración y dimensiones. El trazado es reticular y se abren en él varias plazas. Las más importantes son la Plaza Vieja, la de la Catedral, la de San Francisco y la Plaza de Armas. Casi todos los edificios públicos están restaurados y son museos, hoteles o restaurantes. Los edificios de viviendas, salvo en las calles principales, están en mucho peor estado o incluso en ruinas. Fuera de la zona más turística, el estado de calles y edificios es muy mala y muestra la realidad de la vida en la ciudad. Las calles principales y más restauradas son Obispo en el sentido desde el Capitolio (oeste a este) y Mercaderes en su perpendicular. El límite este es la bahía de La Habana con sus impresionantes vistas sobre las fortalezas de ambas orillas.